ANIMÉMONOS A EDUCAR
Al empezar la segunda mitad del año académico 2011, se me viene algunas ideas a mi pensamiento, se trata que quisiéramos seguir en vacaciones, pero estas ganas de seguir gozando, las podamos trasladar a la escuela o porque no al aula.
El rol del docente no se encasilla en el dictado de clase con los objetivos acordados, las competencias, capacidades y habilidades seleccionadas, es aún mucho más nuestro compromiso, es animar a aprender, es convertirnos en el personaje heroico de las series televisivas que nuestros alumnos quieren, siguen, imitan y hablan de él con vehemencia y alegría.
Convirtamos el aula en un escenario de series de películas con capítulos interminables, hacer que nuestros niños se levanten de sus sillas para aplaudir su aprendizaje, que los equipos de trabajo no sean ya unos meros grupos de niños para ser controlados en su disciplina.
Ellos deben transitar por el aula en busca de sus estrategias, de sus gustos, de sus preferencias, en el desarrollo del pensamiento crítico, en su formación de liderazgo personal y en equipo, en la adquisición de los valores de la solidaridad, del compartir, de la justicia, del amor y del perdón que nos hace mucha falta para construir una sociedad de miembros integrados.
Permitir que el alumno sea el protagonista de su propio aprendizaje dentro del aula, dotándolas de libros, computadoras, enciclopedias virtuales, de folletos y otros documentos que permitan realizar sus investigaciones. No se entienda como la comodidad del maestro, sino como la comodidad del alumno en su aprendizaje.
Animar no está entendido como cantarles, ni realizar dinámicas, sin estas no podría animarse el aprendizaje, la animación es la vivencia, el gusto por aprender, el tono de voz del maestro, su carisma, el amor que le ponga a su trabajo diario, es un artista al explicar un tema, es condimentar para darle sabor y gusto al alumno, un maestro es animador cuando es mucho más que ser creativo.
Escrito por el Licenciado Colver Castro Ysla
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